lunes, 31 de octubre de 2016

Nuestros 7 sentidos y los entornos Sensorialmente Inteligentes

        ¿Alguna vez te molestó el ruido de las uñas en el pizarrón? ¿Sentiste esa famosa e incómoda sensación que llamamos “erizo”? ¿O en un shopping, feria o festival llenos de gente y ruido, donde el entorno parece estar “abombándote”? No sabés por qué, pero te volvés irritable y de mal humor, y algo adentro tuyo empieza a decirte: ándate ya de acá.

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¿O alguna vez te encontraste sentado en un auditorio con poca luz, frente a un monótono interlocutor, por más de 40 minutos? Luchás por prestar atención a cada palabra que dice, sin embargo, comenzás a bostezar de a poco. Empezás a cambiarte de posición, buscás mover una pierna inconscientemente, te mordés el labio o la birome que tenés en la mano. Cuánto más tiempo pasa, más sentís esa necesidad de mover tu cuerpo de alguna manera. Y más difícil te es concentrarte en las palabras de la charla.

¿Te sentiste identificado? Por ahí sentiste algo parecido pero frente a otras situaciones. En ambas situaciones, lo que se está viendo afectada es la regulación de nuestro nivel de alerta. ¿Qué significa nivel de alerta? En criollo, podemos decir que es el “qué tan despierto” se encuentra nuestro cerebro. Está regulado por nuestro sistema nervioso autónomo (activación de los sistemas simpático y parasimpático) a través del tronco del encéfalo. Está relacionado con nuestros impulsos más básicos, como el sueño y el hambre.

Por alguna razón, nos “desregulamos” frente a algunas situaciones. En algunos casos nos sentimos que nuestra alerta está demasiado “alta”, por lo que queremos disminuir la cantidad de estíimulos que nos rodean (como en el 1er ejemplo). Y en otros casos sentimos que nuestro nivel de alerta no da “a basto” o está demasiado bajo, por lo que buscamos distintos estímulos para aumentarlo.


Creando un mundo Sensorialmente Inteligente


   ¿Qué significa un entorno sea Sensorialmente Inteligente? Un entorno estratégicamente diseñado para que los 7 canales sensoriales de la experiencia no irrumpan sobre el nivel de alerta de los destinatarios. Que no le causen discomfort: que las intensidades y frecuencias estén equilibradas, que no sean ni de más ni de menos. Son entornos diseñados teniendo en cuenta todos los perfiles sensoriales.

       Sin embargo, muchas veces estos entornos no tienen en cuenta estos perfiles, y terminan teniendo efectos negativos o disruptivos. Imagínense un aula donde uno no pueda concentrarse. Los entornos no siempre de encuentran diseñados en base a las características del funcionamiento de nuestro cerebro.




         Algunos conceptos claves al diseñar entornos Sensorialmente Inteligentes.

1) Vivimos inmersos en un mundo sensorial. Y todas las sensaciones impactan en el nivel de alerta. Esto significa que toda la información que recibimos del mundo entra a través de nuestros sentidos. Y esta información viene en distintas intensidades, frecuencias y modalidades. Toda esta información sensorial impacta directamente en nuestro nivel de alerta. Pensálo de esta manera: ¿cómo te quedás dormido? Cuando apagás la luz (visual) , bajás los sonidos (auditivo), entrás en contacto firme con la cama/ frazada (tacto y propiocepción), ponés la cabeza en posición horizontal (vestibular). Si aumentás la intensidad de todos estos estímulos, probablemente te despiertes. Aunque no estemos conscientes, la información sensorial que ingresa a nuestro cerebro impacta permanentemente en nuestro nivel de alerta.

2) Percibimos a través de la integración de todos los canales sensoriales, no de uno solo. La información entra a través de nuestros 7 sentidos, pero después de integra y procesa todo junto. ¿Qué significa esto? Que a pesar de que la información táctil y la visual entren por puertas distintas, en el sistema nervioso se termina juntando todo, y la percepción termina siendo una sola. Y que continuamente recibimos información sensorial, sin parar.

3) Tenemos 7 sentidos. Aunque nuestras maestras de primaria nos enseñaron que eran cinco, faltan dos que son imprescindibles a la hora de estudiar la percepción humana. Son dos sentidos con la misma configuración anatómica de los otros cinco: tienen un receptor, vías nerviosas que lleván la información al sistema nervioso, y neuronas específicas en el cerebro para procesarlos. Tacto, vista, gusto, olfato, oído… ¿Cuáles son los desconocidos?


Sentido Vestibular

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Es el sentido que nos permite percibir el movimiento, la gravedad y el equilibrio. La información es recogida de dos formas: 1) a través de los otolitos, que se asemejan a una botella con granitos de arena que se mueven con los cambios de posición de la cabeza gracias a la gravedad (sin gravedad… ¡flotarían!); 2) los canales semicirculares, que reaccionan frente la aceleración y desaceleración de movimientos de la cabeza. Ambos se encuentran en el oído interno.

Este sentido informa continuamente a nuestro cerebro acerca de la relación de nuestro cuerpo con el movimiento y la fuerza de gravedad. Es uno de los sentidos más importantes: tiene un efecto muy poderoso sobre el sistema nervioso. Está directamente relacionado con nuestra motricidad gruesa, nuestra percepción visual, nuestro equilibrio y nuestra orientación espacial.

Sin embargo, el impacto más poderoso de este sentido es en nuestra regulación y nivel de alerta, explicados previamente. Para comprobarlo, sólo hace falta dar unas cuantas vueltas rápidas sobre vos mismo; el mareo con el que te vas a encontrar es el efecto sobre tu nivel de alerta.


Sentido de la Propiocepción

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                Es el que nos permite percibir la sensación “muscular”. Muchos libros de anatomía/ fisiología llaman a este sentido el “tacto profundo”. Sus receptores se encuentran en: 1) fibras de los músculos, 2) tendones de las articulaciones. Esto significa que esta sensación informa acerca del estado de contracción de todos los músculos del cuerpo, y de la posición de las articulaciones. Es nuestro “mapa interno” constante sobre la posición de nuestro cuerpo.

                Pensá en la cantidad de actividades que realizás con tu cuerpo, donde no necesitás mirar con tus ojos para saber cómo la estás realizando. Cerrá tus ojos, e imitá el movimiento de atar los cordones con las manos en tu espalda. Esa sensación de “saber” la posición de tu cuerpo todo el tiempo, es la propiocepción.

                Este sentido impacta directamente en nuestra regulación, en la motricidad fina y gruesa, en nuestro esquema corporal. Pero también tiene un efecto importantísimo sobre nuestro nivel de alerta: esta sensación nos ayuda a calmarnos o a mantener nuestro nivel de alerta.. Pensá en la increíble sensación que tiene una frazada pesada cuando te vas a dormir. O unos buenos masajes. O la sensación de presión suave que ejerce el agua sobre nuestro cuerpo. Una fuente desconocida de propiocepción es nuestra boca: al morder, succionar o incluso solo mover o jugar con nuestra lengua. ¿Cuántas veces necesitaste “comer” algo mientras permanecías sentado, aunque sólo fuera morder la punta de la lapicera?


4) Todos tenemos un perfil sensorial distinto. Algunas personas necesitan mayor intensidad de estímulos, otros una menor cantidad. Algunas personas pueden ser más visuales, otras más táctiles, y sucesivamente. Existen diferentes maneras de evaluar y conocer los perfiles sensoriales. Un ejemplo de perfiles sensoriales extremos podrían ser las personas dentro del Espectro Austista.



¿Por qué necesitamos entornos Sensorialmente Inteligentes?

   
         El diseño de los entornos ayuda a moldear las acciones que vamos a realizar dentro de ellos. El diseño de los mismos apuntará a potenciar, promover y a “ayudar” a esas acciones buscadas. Por ejemplo: una biblioteca estará diseñada para la concentración y la lectura individual. Una sala de oficinas puede estar diseñada para el tipo de trabajo que realizan dichos empleados. Un restaurant o bar estará diseñado para buscar la distensión y placer de sus usuarios. Un aula estará diseñada para facilitar el aprendizaje de sus alumnos.

                Sin embargo, no siempre ocurre de esta manera. Por ejemplo, el diseño clásico de aulas y oficinas dan muy pocas oportunidades de movimiento, ofrecen demasiados estímulos auditivos y no se cuida el sentido del olfato (muy vinculado a la memoria). Esto va a impactar negativamente en el nivel de alerta que sus usuarios necesitarán al completar sus tareas. Muchas veces los ambientes no se encuentran pensados desde una perspectiva sensorial.

                El estudio de nuestros siente sentidos y los perfiles sensoriales deberían ser el centro del diseño Sensorialmente Inteligente.


Para conocer más: buscar teoría de Integración Sensorial, y terapia ocupacional especializada en Integración Sensorial

Referencias:

  • Williams, Shellenberger. “How does your engine run?” A leader’s guide to the Alert Program for Self- Regulation. Ed. Alburqerque: Therapy Works Inc, 1994.
  • Smith Roley, Blanche, Schaaf. Understanding the nature of sensory integration with diverse populations. Ed. Los Angeles: Therapy Skill Builders, 2007
  • Curso I y IV del programa intensivo de University of Southern Californica y Western Psychological Services en Integración Sensorial